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Cambios

¿Sabéis esos momentos de la vida en los que parece que todo se desmorona? ¿Que no avanzas, que nada cambia y que todo va a peor?

Pues también se acaban, sí, y cambian.

A veces nos vemos encerrados en nosotros mismos y no nos damos cuenta de que estamos a un portazo de mandar a la mierda todo aquello que nos hace daño, todo eso que tenemos día a día y que por miedo, por rutina o por mil motivos más no hacemos nada por cambiar.

O que simplemente pensamos que no nos está haciendo daño y solamente necesitamos abrir los ojos y salir del bucle para verlo todo mucho más claro.

Enero. Mes de cambios.

Porque cuando se cierra una puerta hay otras miles en las que poder probar, miles que poder abrir, cerrar, dejar entreabiertas o quedarnos.

Simplemente hay que ir paso a paso.

Y sí, llamadme bruta (que lo soy), porque yo hay una puerta que he cerrado,

he tirado las llaves al contenedor

y he reventado la cerradura para no volver a abrirla y que todo lo que quedó detrás (incluidas las personas) no vuelvan jamás.

Soltar, desprenderse.

He sacado de mi vida todo aquello que no me dejaba ser yo, a las personas interesadas y que sólo me han causado daños y no merecían ni si quiera mi presencia.

A las que sólo intentaban hacerme sombra o crear otro yo que se pareciera mas a ellas para no sentirse tan inferiores.

A las que no reconocían mi esfuerzo o simplemente no admiraban mi amistad.

A todas las no disponibles cuando se les necesita, a las que se creen más que nadie y a las que me decían que nunca lo lograría.

A todas las que con sus pequeños actos estaban hundiendo un terremoto.

He vuelto a brillar.

Me he desprendido de todo aquello que me hacía aferrarme a un pasado que solamente ha causado noches en vela y disgustos a cada paso. Y también de las personas que formaban parte de él. Fue bonito mientras duró.

He mandado al garete todas esas malas sensaciones, las ganas de nada, el pijama feo de las depresiones y hasta me he deshecho de antiguos recuerdos.

He rajado fotos, he tirado posters e incluso dedicatorias, porque en mi vida sólo quiero cosas que me saquen una sonrisa o que me traigan buenos recuerdos.

He vuelto a creer en mi misma, a luchar por lo que quiero y a abrazar a mi madre como quién es, la mejor persona del mundo.

Las ilusiones, las ganas y la pasión por conseguir mi sueño han vuelto, y para quedarse.

Me he deshecho de todo eso que no veía, eso que me aferraba a tener en mi vida y que ahora no comprendo el por qué.

Y también he aprendido a tratar a cada persona cómo se merece,

a ocuparme sólo de los importantes,

de esos que han sido mi refugio en este tiempo en el que no me aguantaba ni a mi misma,

y a ser falsa,

con todos aquellos que lo son conmigo y que simplemente no me apetece gastar mi energía para mandar a la mierda.

He vuelto a ser quién era,

he vuelto a disfrutar de las pequeñas cosas que me gustan,

de mis buenos amigos,

de mis aficiones,

de la vida

y los momentos que no vuelven.

Y lo más importante de todo,

he aprendido que a veces la vida nos da palos, pero nada que no se pueda superar con una buena dosis de autoestima, un puñado de ánimos, una pizca de confianza en sí mismo y rodearse de la gente que te quiere.

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