Manzanas.
- Sara Becerro
- 15 feb 2017
- 2 Min. de lectura
En este mundo de pantallas y prejuicios, ha dejado de importarnos lo que realmente queremos. Pagamos para estudiar, (algo que esta establecido como un derecho de cualquier persona) algo que nos gusta, pero en lo que realmente no aprendemos nada más que repugnancia y odio hacia el sistema educativo y algunos de los docentes que nos conciernen (hay que decir que no todos son iguales). No aprendemos nada sobre las hostias que vamos a recibir en el mundo laboral, ni como no recibirlas, ni si quiera nos enseñan a ser los mejores en lo nuestro. Ni a tener pasión, ni ganas. Ni a querer tener ni una educación, ni un mundo mejor. Y qué pena, no nos enseñan a valorar las cosas buenas de la vida. Y luego, trabajamos, y seguimos pagando. Y pagando. Y pagando cada vez más para mantener una vida digna "como todo el mundo". Bo-rre-gos. Eso es lo único que somos.

Foto: googleimages
Quizás, y solo quizás, algún día podríamos llegar a pensar en aquello que realmente queremos; si es viajar, pues viaja y si es comer, pues come; en lo que de verdad nos gusta y para lo que realmente servimos y hemos nacido. Porque todos tenemos un fin en este mundo y algún que otro objetivo fijado. Porque nadie es más guapo ni más listo que nadie porque unos pocos lo digan. Cada uno es el mejor en algo, destaca y hay que saber sacar ese potencial. Sólo entonces tendremos un mundo justo, feliz y sin competiciones. Y deberíamos, cambiar o intentar cambiar aquello que no está bien para todos, exigir lo que merecemos, luchar por lo que debemos ganarnos y nunca dejar de aprender. Ni de divertirnos. Ni de querer. Deberíamos querer más lo que tenemos al lado y valorar el calor de las manos que te aprietan. Y darlo todo por aquellos que lo dan por nosotros. SIN MIEDO, que todo se acaba, hasta la vida. Y viajar, con amigos, solos, en familia y de la manera que sea. Y leer. Lean mucho por favor.
Dejen de ser seres competitivos, repugnantes, sin sentimientos y a los que solo les preocupa encajar en una sociedad, que perdonadme, para mí esta podrida. Y es que, cuando en el cesto hay una manzana podrida y no la quitamos, inevitablemente todas las de su alrededor se pudrirán.
Pero jamás podrán evitar a las manzanas que saltan del cesto, dispuestas a luchar para conseguir lo que quieren. Intentando cambiar lo que pueden y pasando de lo que no. Y viajan, y leen y disfrutan, porque su mayor fin es ser lo más felices que puedan. Saltemos todos del cesto. No nos iría nada mal.
Pdt: no hagáis caso, tan sólo es la manera de ver las cosas de una rematadamente loca enamorada de las cosas pequeñas, insignificantes y bonitas de la vida, con muchos golpes superados y ganas de vivir para superar el máximo posible. Soñadores también nos llaman. Ilusos.
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