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La culpa

La culpa. La puñetera culpa.

Ese sentimiento que te encajan -más aún sí eres mujer-,

para hacerte sentir que tus deseos,

tus locuras,

o tus simples ganas de vivir -o de cambiar de vida-,

no son "las correctas".

O las que se esperan.

O simplemente las que se suponía que serían.


"Deberías. Tendrías. Ya es hora de que..."


Ya es hora de que viva.

Sin vuestra puñetera mierda de culpa.

Porque mi vida es únicamente mía.

Y quiero vivirla yo. Y caerme.

Y levantarme. Una y otra vez.


Y sobre todo reír mucho,

y bailar y brindar,

con mis amigas, siempre.


Levantarnos el domingo de resaca riéndonos aún

de aquella tontería de anoche.

Cuánto nos reímos.

Y que poca culpa.



FOTO: Mariposa en el Valle del Jerte. Sara Becerro Alonso.


Que felicidad poder decir que he mandado a la culpa

-junto a algunas personas y otras cosas-, a la basura.

Para siempre.

Ya no caben.

Ni en mi vida,

ni en mi armario.


Ahora sólo caben sonrisas, abrazos ,

buenos días -y noches locas-.

Rodeada de las mías.


He tirado también a la basura,

todo lo que sobraba en mi habitación

y que cogía telarañas en mi corazón.


Ya nunca volverá.

Y la de siempre ya está aquí.

Un poco más valiente,

y con alguna que otra cicatriz.

Pero nunca derrotada.

Siempre invencible.

Y con muchas, muchas, ganas de vivir.



Porque nunca pudieron. Ni podrán.

Por muchos putos días de culpa.



Sara Becerro Alonso

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